Érase una vez un hombre llamado Alejandro que salía todas las mañanas a hablar con sus mejores amigos, los osos polares. Un día, en su trayecto vio en un témpano de hielo a una mujer hermosa, la mujer más bella que hubiese visto en su vida; en ese momento, Alejandro se encontró un hombre llamado Freddy quien era un cazador innato.
Alejandro no tenía mucho contacto con los hombres pues los consideraba como langostas, a donde llegan todo lo destruyen desestabilizando el medio ambiente, sin embargo, decidió preguntarle a Freddy cómo hacer para poder sacar del témpano de hielo a esa hermosa mujer, Freddy con esa mirada fría que siempre lo había caracterizado, lo miró y le dijo que ya muchos hombres habían intentado sacarla de ese sitio pero que había sido imposible, utilizaron todas las armas posibles para intentar romper el hielo y no lo habían logrado, Alejo volvió a su iglú lleno de preguntas de cómo romper el hielo y poder rescatarla.
Aquella noche durmió bien, al siguiente día en la mañana fue a donde estaba esa hermosa mujer, la miró a los ojos fijamente como nunca ningún hombre lo había hecho, de repente el hielo comenzó a derretirse, Alejandro no lo podía creer; ella ya habiendo salido del témpano lo miró y le dijo:
-¡Gracias por sacarme de este témpano, me sentía muy sola y fría!
Alejandro, sin salir aún de su asombro y muy feliz le preguntó: -¿Cómo hiciste para derretir el hielo?
Ella le contestó: -Fuiste el primer y único hombre que me ha visto con amor, el resto sólo me miraba con morbo lo cual hacía que me sintiera más fría y más vacía.
Alejo se alegró demasiado, le propuso matrimonio y se casaron en Navidad, tuvieron dos hijos y fueron felices por siempre.
Alejandro no tenía mucho contacto con los hombres pues los consideraba como langostas, a donde llegan todo lo destruyen desestabilizando el medio ambiente, sin embargo, decidió preguntarle a Freddy cómo hacer para poder sacar del témpano de hielo a esa hermosa mujer, Freddy con esa mirada fría que siempre lo había caracterizado, lo miró y le dijo que ya muchos hombres habían intentado sacarla de ese sitio pero que había sido imposible, utilizaron todas las armas posibles para intentar romper el hielo y no lo habían logrado, Alejo volvió a su iglú lleno de preguntas de cómo romper el hielo y poder rescatarla.
Aquella noche durmió bien, al siguiente día en la mañana fue a donde estaba esa hermosa mujer, la miró a los ojos fijamente como nunca ningún hombre lo había hecho, de repente el hielo comenzó a derretirse, Alejandro no lo podía creer; ella ya habiendo salido del témpano lo miró y le dijo:
-¡Gracias por sacarme de este témpano, me sentía muy sola y fría!
Alejandro, sin salir aún de su asombro y muy feliz le preguntó: -¿Cómo hiciste para derretir el hielo?
Ella le contestó: -Fuiste el primer y único hombre que me ha visto con amor, el resto sólo me miraba con morbo lo cual hacía que me sintiera más fría y más vacía.
Alejo se alegró demasiado, le propuso matrimonio y se casaron en Navidad, tuvieron dos hijos y fueron felices por siempre.
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